La Educación Venezolana se debate en torno a una serie de problemas y frustraciones que parecen no tener fin. Todo el mundo está de acuerdo en criticar la mala educación que se imparte en el país, los malos maestros, los malos métodos, las malas edificaciones, y por supuesto, los malos resultados. A la hora de buscar responsables, las acusaciones se intercambian, se entrelazan y se anudan, recayendo a menudo sobre quienes las lanzan.
Pero esto no parece afectar mayormente a nadie; las mismas cosas se siguen diciendo desde hace décadas. Acusadores y acusados mantienen su protagonismo, ninguno quiere dejar la escena. Pero así como las críticas no han cambiado en los últimos treinta, cuarenta, cincuenta años, tampoco han cambiado las “recomendaciones” para cambiar la situación. Y esto es curioso, porque la aplicación de esas recomendaciones no ha tenido resultado positivo alguno a lo largo de todo este tiempo. Y más curioso aún, la pretensión incesante de que dichas recomendaciones se cumplan con mayor rigurosidad, cuando los hechos demuestran la inutilidad de las mismas. ¿Cómo puede ser que se siga insistiendo en lo mismo cuando se sabe que nada cambió y es de presumir que nada va a cambiar por esa vía? Esta situación nos evoca la imagen del perro que gira en círculos persiguiendo su cola.
Aclaremos de qué estamos hablando. Se dice que la educación es mala porque los maestros no cumplen con sus obligaciones, porque han perdido su vocación, porque están mal pagados, porque los niños están desnutridos o enfermos, con capacidades intelectuales disminuidas, con alteraciones emocionales, propensos a quien sabe qué vicios, porque los padres no se preocupan por sus hijos, porque los valores se han perdido, porque no existen políticas educativas, porque las autoridades no asumen sus responsabilidades, porque antes no pasaban estas cosas, y así sucesivamente.
Sólo quiero hacer notar que ellas se vienen formulando desde hace mucho tiempo y que lo que se ha hecho para remediar la situación no ha tenido éxito. Por el contrario, el dinero gastado (en cantidades sorprendentemente generosas) se ha ido como agua por un colador, se ha perdido irremediablemente.
Evidentemente, se plantea entonces el problema sin rumbo ni destino, en torno al supuesto deterioro de la educación, por ello es importante hacer una reflexión donde se propone la necesidad de salvar la figura del docente involucrándolo mas hacia la búsquela y comprensión del conocimiento y de su concientización real de su rol ante los avances en ciencia y tecnología para aplicarlos en bienestar de la sociedad de forma critica y contundente ante los abusadores, siempre a favor de la verdad. Ese es el reto de todos y todas los que estamos inmersos en este mar de confusiones y que de hecho hemos confundido nuestro papel de formadores en muchas instituciones que no reflexionan sobre los cambios y las necesidades sociales y se quedan obsoletas sin aportar, pero si con palabritas de moda. El Docente es noble y enriquecedor para quien decide ser maestro por vocación y ama su profesión, pero quién no lo hace por vocación puede llegar el molesto o porque es la última salida que tiene y va a devengar un sueldo más o menos seguro.
Hoy más que nunca la labor formativa de los Docente es vital para sacar al país del estado de atraso social y cultural en que se encuentra. La responsabilidad en formar valores en las nuevas generaciones es grande y es uno de los principales retos que el gobierno tiene, luego del abandono que sufrió durante décadas.
La Educación Bolivariana ha tratado de redimensionar la acción o praxis del ejercicio de la docencia. Está en cada uno de nosotros darle el valor necesario a lo expresado en nuestra Constitución, artículo 102: “La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria…”, y el artículo 104 nos llama profundamente a la reflexión: “La educación estará a cargo de personas de reconocida moralidad de comprobada idoneidad académica…”, y dejo como interrogante el leer y reflexionar la Reforma del Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente, en sus artículos 6 y 7, sobre los deberes y derechos de los docentes.
Ahora bien, los Docentes deben estar comprometidos con el proyecto educativo de un país que se quiere construir. Comprometidos en generar la interacción entre las comunidades, entes gubernamentales e instituciones educativas. Un Personal egresado con estudios técnicos o superiores en educación, que estén preparados pedagógicamente y formados en valores y ética educativa que su deber sea hacer, haciendo, crear, creando. Construir, construyendo, educando con una teoría constructivista, donde el estudiante sea su propio actor y autor de su proceso de enseñanza aprendizaje, en todas las áreas académicas del currículo.
Se requiere de un docente innovador, creativo, orientador, solidario, cooperativo, pertinente, perpiscas, objetivo, creador. Que enarbole la bandera de los valores nacionales y regionales de cada espacio donde se encuentra, que sea un maestro guía, y que ponga en práctica su código oncológico como perfil del profesional de la educación capaz de diseñar y generar actividades innovadoras para el proceso de enseñanza.
Los Docentes somos madres y padres, doctores y doctoras, psicólogos y psicólogas, enfermeras pero sobre todas las cosas tenemos la misión más importante de enseñar al hombre del mañana.
Tenemos la gran responsabilidad de educar con amor para la vida, formar individuos responsables, solidarios, respetuosos, que quieran a su país, su pueblo, su escuela, su familia, su comunidad, transmitimos lo que sentimos a nuestros niños, si somos alegres transmitimos alegría.
Ser Docente significa un trabajo hermoso, paciente y firme; ser astuto, sutil, fuerte, resistente y perseverante. Y por encima de todo significa saber amar, y comprender claramente la influencia que puede proyectarse sobre los niños. Ser Docente es transmitir no solo conocimientos, es dar amor, cariño, apoyo, orientación en el momento que lo necesiten los niños.
Pero primordialmente el perfil más importante del Docente es…
Tener Vocación.
Dany Avendaño
Referencia Bibliográfica: Sánchez C. Dificultades de Aprendizaje versus Riesgo Escolar. Febrero 2003